¿Cuánta agua debes tomar al día? Guía práctica para cuidar tu salud

Beber agua puede parecer una acción simple, pero detrás de cada vaso hay mucho más que saciar la sed. La hidratación influye en tu energía, tu concentración, tu salud digestiva y hasta en la prevención de enfermedades. Sin embargo, pocas personas saben cuánta agua necesitan realmente al día o qué riesgos existen al excederse o quedarse cortos.
En Culligan, creemos que cuidar tu bienestar comienza con decisiones pequeñas, pero consistentes, como garantizar acceso constante a agua pura, segura y de excelente sabor. Por eso, preparamos esta guía práctica para que descubras cuánta agua debes tomar, cómo calcular tu meta diaria y qué hábitos pueden ayudarte a mantenerte saludable e hidratado en cualquier entorno. ¿Listo para empezar a cuidar tu cuerpo desde el primer sorbo? ¡No dejes de leer!
¿Por qué hidratarte importa? Beneficios probados para la salud
Cuando mantenemos una hidratación adecuada, no solo estamos satisfaciendo una necesidad básica del cuerpo, sino que estamos activando un complejo sistema fisiológico que sustenta el funcionamiento de cada órgano, tejido y célula. Conoce más sobre el papel clave que cumple el agua en los procesos naturales de tu cuerpo a continuación:
Energía, concentración y rendimiento físico
Mantener niveles óptimos de hidratación es clave para que el cerebro y los músculos respondan con eficacia. Estos son algunos efectos observados:
- Mejor función cognitiva y alerta mental: incluso con pérdidas de agua del 1-2 % del peso corporal, pueden verse disminuciones en la atención, memoria a corto plazo y velocidad de procesamiento mental. Esto ha sido observado en estudios de hidratación en población general.
- Reducción de fatiga y mejor manejo del estrés: al mantener un nivel de hidratación adecuado, el cuerpo no demanda un esfuerzo extra para mantener el equilibrio fisiológico, esto se traduce en menor sensación de cansancio.
- Mejor rendimiento físico: en deportes o actividad física, pequeñas pérdidas de agua (2–3 %) pueden producir caídas en la fuerza, resistencia y capacidad anaeróbica.
- Regulación de temperatura corporal: el agua como medio de sudoración ayuda a disipar calor. En ambientes cálidos o durante el ejercicio, esta función es vital para evitar sobrecalentamiento.
Estos efectos combinados hacen que estar bien hidratado sea un componente clave no solo para el bienestar general, sino también para rendir mejor en tareas intelectuales, laborales o físicas.
Salud renal, digestiva y control de peso
Más allá del rendimiento inmediato, una hidratación adecuada es una estrategia preventiva para sistemas clave en el organismo, puesto que contribuye a:
- Salud renal y prevención de cálculos: un mayor volumen de orina diluye los minerales que pueden formar piedras renales (nefrolitiasis). Un consumo adecuado de agua favorece un flujo urinario constante, reduciendo el riesgo de formación de cristales.
- Función digestiva óptima: el agua facilita el paso de los alimentos por el tracto digestivo, ayuda a prevenir el estreñimiento y permite una mejor absorción de nutrientes.
- Metabolismo y control de peso: hay evidencia de que aumentar la ingesta de agua puede favorecer la pérdida de peso, particularmente cuando sustituye bebidas con calorías. En ensayos clínicos, quienes aumentaron su consumo de agua mostraron mayores porcentajes de pérdida de peso en comparación con quienes mantuvieron su ingesta habitual.
- Equilibrio mineral y hormonal: una hidratación insuficiente puede activar mecanismos hormonales (como la vasopresina) que retienen agua, aumentar la carga renal y alterar el balance del sodio.
¿Cuánta agua necesitas? Reglas prácticas y excepciones
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Determinar cuánta agua debes tomar al día según tu edad no es tan simple como fijar un número universal, ya que depende de múltiples variables individuales (peso, sexo, actividad, clima, salud, entre otras). No obstante, existen estimaciones científicas que sirven como punto de partida confiable para la mayoría de adultos sanos. A continuación, te compartimos algunos rangos generales recomendados, junto con señales naturales que tu cuerpo puede darte para ajustar la cantidad. ¡Presta mucha atención!
Rangos generales (hombres, mujeres)
Aunque la percepción popular suele reducir la hidratación a “beber dos litros al día”, los estudios más recientes muestran que las necesidades reales varían según la fisiología y el entorno. Diversas entidades internacionales, como la National Academies of Sciences y la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA), han definido promedios basados en evidencia que permiten orientar un consumo adecuado:
- La National Academies of Sciences, Engineering, and Medicine (EE. UU.) establece que la ingesta diaria total de líquidos (incluyendo agua, otras bebidas y alimentos) debe rondar 3,7 litros para hombres y 2,7 litros para mujeres.
- De esa cantidad, aproximadamente el 20 % proviene de los alimentos ricos en agua, como frutas, verduras o sopas, y el resto de las bebidas.
Hidratación por señales naturales
Más allá de memorizar cifras, tu cuerpo tiene herramientas para indicarte si estás bebiendo lo suficiente, como:
- Sed: es un indicador primario de que tu cuerpo reclama líquidos. No es perfecto (algunas personas pierden sensibilidad con la edad o ciertos medicamentos), pero sigue siendo un punto de referencia útil.
- Color de la orina: una orina de color amarillo pálido (con poca pigmentación) suele ser indicativo de buena hidratación. Si es muy oscura, indica concentración excesiva; si es completamente transparente de forma crónica, podría sugerir sobrehidratación.
- Frecuencia de orina: orinar de manera regular (varias veces al día) es señal de que tus riñones están manejando bien el equilibrio hídrico. Si pasas muchas horas sin orinar, puede ser signo de baja ingesta.
- Sensaciones físicas: boca seca, fatiga, dolores de cabeza leves o mareos pueden ser señales tempranas de deshidratación leve. Estos síntomas, aunque comunes, suelen pasar desapercibidos y afectar la concentración o el estado de ánimo durante el día.
- Cambios ambientales o de actividad: si estás en clima cálido, humedades altas, haces ejercicio intenso o estás en altura, tus pérdidas de agua aumentan, por lo cual tus señales de sed o color de orina pueden “adelantarse” al punto de deshidratación si no las atiendes.
¿Cómo calcular tu objetivo diario de forma personalizada?
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Aunque las recomendaciones generales sirven como orientación, cada organismo tiene particularidades. Factores como el peso corporal, el nivel de actividad, el clima, la dieta y condiciones fisiológicas específicas (embarazo, enfermedades, altitud) pueden modificar tus necesidades hídricas.
Entonces, si alguna vez te has preguntado cómo calcular tu hidratación ideal por peso, estos dos métodos que te compartiremos a continuación podrían ayudarte a establecer una meta realista y segura:
Método por peso corporal y por litros/ kg en adultos
Una de las estrategias más utilizadas, y con respaldo científico, es basar el cálculo en el peso corporal, porque el volumen de agua que el cuerpo necesita está directamente relacionado con la masa corporal, el metabolismo y la superficie corporal. Este abordaje ofrece un valor de referencia que luego puedes ajustar con otros factores (clima, ejercicio, salud).
- Una regla frecuente es consumir 30 a 35 mililitros (ml) de agua por kilogramo de peso corporal al día. Por ejemplo, una persona de 70 kg requeriría aproximadamente entre 2,1 y 2,45 litros diarios como base.
- En contextos de actividad física o calor, a ese valor base se le agregan entre 300 a 1 000 ml adicionales por hora de ejercicio o por condiciones climáticas severas.
- Algunas guías clínicas también sugieren valores conservadores como 25 ml/kg/día en adultos con necesidades moderadas.
Aportes de alimentos y otras bebidas
Al calcular tu meta diaria, es importante reconocer que no toda el agua que consumes debe provenir del vaso de agua. Una parte sustancial llega a través de alimentos y otras bebidas. Considerar estos aportes te ayuda a ajustar la cantidad de agua “pura” que debes beber y evitar excedentes innecesarios.
- En estudios poblacionales, se ha observado que aproximadamente del 20% al 30% del consumo total de agua proviene de los alimentos (frutas, verduras, sopas, lácteos, etc.).
- Harvard Health señala que alimentos como el pepino, la lechuga o la sandía tienen entre 90% y 96% de contenido de agua, lo que los convierte en complementos valiosos.
- Cuando planifiques tu agua pura diaria, puedes restar ese porcentaje aproximado de lo que estimaste con la fórmula de peso corporal. Por ejemplo, si tu objetivo total es 2,5 L, asume que unos 0,5 a 0,75 L provienen de alimentos y ajusta tu ingestión de líquidos “activos” a aproximadamente 1,75–2,0 L.
¿Demasiada o muy poca? Riesgos, señales y cuándo consultar
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La hidratación adecuada no es solo cuestión de cantidad: también lo es de equilibrio. Tanto la falta como el exceso de agua afectan funciones esenciales del organismo y pueden producir alteraciones graves si no se corrigen a tiempo. Descubre a continuación algunas de las consecuencias más importantes que se generan por la deshidratación y la sobrehidratación o hiponatremia:
Deshidratación: síntomas y primeros auxilios
La deshidratación ocurre cuando el cuerpo pierde más líquidos de los que ingiere, reduciendo su volumen plasmático y comprometiendo procesos vitales como la filtración renal, la regulación térmica o la función neurológica.
– Síntomas y señales más comunes:
- Sed persistente y boca seca: primeros indicadores de pérdida hídrica.
- Orina concentrada y de color oscuro: refleja mayor densidad y déficit de agua en el cuerpo.
- Disminución en la frecuencia urinaria: puede acompañarse de sensación de fatiga y mareo.
- Piel fría o con menor elasticidad (turgencia reducida): signo clínico habitual de deshidratación moderada.
- Taquicardia y presión arterial baja: aparecen cuando el volumen circulante se reduce significativamente.
- Confusión, somnolencia o debilidad muscular: manifestaciones de deshidratación avanzada o alteraciones electrolíticas.
- En casos graves: convulsiones, shock hipovolémico o insuficiencia renal aguda.
– Primeros auxilios y manejo inmediato:
- Ingiere pequeños sorbos de agua o soluciones de rehidratación oral con electrolitos equilibrados.
- Evita bebidas azucaradas o con cafeína, que pueden agravar la pérdida de líquidos.
- En casos graves, la reposición de líquidos debe hacerse de forma controlada para evitar desequilibrio electrolítico.
Sobrehidratación/hiponatremia: prevención y alerta
El exceso de agua también puede ser peligroso. Cuando la ingesta supera la capacidad renal (aproximadamente 0,8 a 1 litro por hora en adultos sanos), los niveles de sodio en sangre pueden descender bruscamente, causando hiponatremia. Este desequilibrio altera la función cerebral y puede resultar potencialmente mortal si no se detecta a tiempo.
– Factores de riesgo y causas frecuentes:
- Beber grandes volúmenes de agua en poco tiempo, sin reposición de sales.
- Actividad física prolongada sin consumo de sodio (maratones, ciclismo, senderismo intenso).
- Trastornos hormonales (como el síndrome de secreción inadecuada de ADH).
- Insuficiencia renal, hepática o cardíaca que limite la excreción de agua.
– Síntomas iniciales y de alarma:
- Náuseas, dolor de cabeza persistente y confusión leve.
- Espasmos musculares, letargo o dificultad para concentrarse.
- Convulsiones, somnolencia profunda o pérdida de conciencia (en casos severos).
- Edema facial o de las manos, sensación de hinchazón o presión intracraneal.
– Medidas de prevención:
- Ajusta la ingesta de agua a tus sensaciones reales de sed y necesidades fisiológicas.
- No superes el límite de 0,8–1 litro por hora en periodos prolongados de consumo continuo.
- No bebas de forma compulsiva “por rutina” si no existe demanda fisiológica.
Hábitos sencillos para lograrlo cada día
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Tener un objetivo de hidratación personal es útil, pero lograrlo de forma constante requiere consistencia, estrategias prácticas y adaptación al día a día. En esta sección, te compartiremos algunos tips para que tu meta de agua diaria no sea una carga, sino parte natural de tu día. ¡Alista lápiz y papel y toma nota!
Rutinas, recordatorios y recipientes medidos
El mayor obstáculo para cumplir el objetivo hídrico diario no suele ser desconocimiento, sino olvido, falta de motivación o no incorporar sistemas prácticos que lo faciliten. Para ello, te recomendamos:
- Utiliza recipientes con medidas graduadas (botellas con escala en ml o litros) para ver cuánto llevas)
- Define momentos fijos para beber agua de dispensadores de agua como los de Culligan: al levantarte, después de cada comida, antes de dormir
- Haz “checkpoints de hidratación” durante el día: antes de reuniones, al entrar a la oficina, tras pausas
- Acumula “microobjetivos”: por ejemplo, proponte beber 150–200 ml cada media hora
¿Qué beber antes/durante/después del ejercicio?
El ejercicio incrementa de forma considerable las pérdidas de agua por sudor, por lo que te sugerimos:
- Antes del ejercicio: ingiere entre 5 y 10 ml por kg de peso corporal aproximadamente 2–4 horas antes de comenzar
- Durante el ejercicio: si la duración excede los 60 minutos, alterna agua con bebidas con electrolitos o soluciones isotónicas, especialmente si hay sudoración intensa
- Después del ejercicio: rehidrata lo perdido. Una fórmula común es beber entre 1,25 a 1,5 veces el volumen de sudor estimado
Culligan: hidratación de alto rendimiento para espacios corporativos y profesionales
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En Culligan, hacemos que beber agua pura, segura y de buen sabor sea algo simple, eficiente y sostenible para ti y para todos los que te rodean, con soluciones que te permiten:
- Garantizar pureza total: cada dispensador de agua con filtro cuenta con tecnología Firewall® UVC, capaz de eliminar hasta el 99,9999 % de virus y bacterias en cada dispensación.
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- Cuidar tu productividad: el acceso constante a agua purificada mejora la concentración, el rendimiento y la energía durante la jornada laboral.
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